martes, 20 de mayo de 2008

NOTA DE OPINIÓN

Conflicto Gobierno-Campo

La vuelta de la clase hegemónica

Las entidades del campo se enfrentan al proyecto de país basado en la justa distribución y socialización de las riquezas.



“Los terratenientes son la única de las tres clases (se refiere también a los asalariados y a los capitalistas) que percibe su renta sin que le cueste trabajo ni desvelos, sino que la perciben de una manera en cierto modo espontánea, independientemente de cualquier plan o proyecto propio para adquirirla. Esa indolencia, consecuencia natural de una situación tan cómoda y segura, no sólo les convierte a menudo en ignorantes, sino en incapaces para la meditación necesaria para prever y comprender los efectos de cualquier reglamentación pública”. Adam Smith, 1776, La riqueza de las naciones.


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En la Argentina de sentimientos conservadores y en general antiperonistas –versión 08 del histórico dilema factoría o nación autosuficiente–, el lock out patronal fue realizado por los productores capitalistas del campo argentino; no por los pequeños campesinos autosuficientes que no participaron de la medida, como tampoco lo hicieron los trabajadores rurales. El líder de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, junto a su par entrerriano Alfredo de Angeli, interpretaron la música dictada por la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas, organizaciones más representativas del latifundio de la soja, y asimismo jamás expresaron la necesidad de recuperar el rol del INTA y de las Facultades de Agronomía, hoy prostituidas por la sojización y los subsidios de las multinacionales. A nivel continental, el lock out también impidió que el gobierno nacional llevara adelante el acuerdo firmado con Venezuela para proveerle alimentos a cambio de energía.

La rebelión de los propietarios rurales
Se trató de la reacción feroz del pool sojero ante la primera medida oficial que intenta frenar la sojización, impedir que “los frutos del trabajo del chacarero, el más importante del país –según Ruggero Ronconi, líder de la Asamblea de Gualeguaychú– se destine a pagarle a los que viven sin trabajar”. Nuestro país, ya sin ferrocarriles, fue rehén de los cortes de rutas para desabastecer a las principales ciudades, en un clima de golpe mediático transmitido en directo por la CNN, C5N, América TV, Crónica TV y TN, los “cacerolazos de teflón” de la “gente de bien” de Belgrano, Barrio Norte y Palermo en Buenos Aires, y de similar pedigree en otras ciudades del país “de manera absolutamente casual y espontánea” buscaron parar la distribución del ingreso que el Gobierno había anunciado el 11 de marzo como una importante medida estructural para redefinir el modelo agropecuario. Esto es: retenciones justas en favor de la apropiación y redistribución de la Renta Agraria por parte del Estado para su uso nacional y social, conteniendo los precios de los alimentos que se habrían disparado a niveles siderales, tras la trepada internacional de los granos por la crisis del dólar y la irracional apuesta de Bush y Lula a los biocombustibles. Por su parte, los “bárbaros” de Luis D' Elía junto a otros militantes de todas las vertientes del campo popular entendieron de qué se trataba el cacerolazo: por vez primera las retenciones diferenciales y móviles comenzarían a desmontar el monstruo sojero que año tras año ofrece una rentabilidad extraordinaria a los “capitales nacionales” del campo, hecho que admiten hasta los propios ruralistas y las 6900 familias que detentan el 49.7 % de la superficie cultivable de la nación, los 936 terratenientes que poseen 35.515.000 Has (casi toda la superficie en cultivo) y los 2000 propietarios que producen el 60% de la cosecha de soja transgénica forrajera.
En medio de la crisis De Ángeli exclamó en un piquete “si no nos dan lo que pedimos vamos a provocar el caos, vamos a incendiar el país, vamos a resistir con escopetas y carabinas si nos quieren desalojar de las rutas”. Lilita Carrió, que estuvo en el corte de Villa María y Marcos Juárez, no se quedó atrás: “Dejen en paz al campo, la última suba de retenciones es una exageración que ya no se puede dejar pasar, es hasta una provocación para el sector, más allá de ser un impuesto totalmente injusto. En el Gobierno impera una gran irresponsabilidad, inacción y ausencia de poder, porque no llama al diálogo”. Cabe recordar que cuando Perón aprobó la Ley de arrendamientos rurales y la Ley del peón de campo, la respuesta fue similar, amén de tildarlo de “tirano y comunista”.
Respecto de cómo se usará el recurso originado por la suba de las retenciones móviles, eso pertenece a otra discusión, pues como señalara el Ing. Horacio Giberti “nadie garantiza que si parte de esos recursos nacionales, fueran coparticipados serían mejor usados por los gobiernos provinciales” (1).

¿Una nueva burguesía agraria?
Que Cristina Fernández de Kirchner ha tenido paciencia no quedan dudas, porque si hay algo que bien podría hacer la Presidenta es cerrar el diálogo con los dirigentes rurales y aplicar la Ley de Abastecimiento 20.680 (sancionada el 24 junio de 1974 por el entonces presidente Juan Domingo Perón). Su obligación como primera mandataria es salvaguardar el consumo interno, antes que permitir exportaciones de materias primas. Pero como la Presidenta representa los intereses de un proyecto nacional que se pretende inclusivo, reconoce que no hay otra manera de solucionar los problemas coyunturales con las cuatro entidades del campo más que mostrando una actitud que facilite las conversaciones. Y en este punto también habría que analizar si puede considerarse conciliadora la actitud de los productores que cortaron las rutas para evitar el paso de transportadores de alimentos (algunos periodistas y políticos suelen recurrir a la opinión de constitucionalistas con respecto al Derecho Constitucional de libre tránsito que tienen los ciudadanos por el territorio nacional, máxime cuando además está afectado el abastecimiento de alimentos a la población toda, pero en esta oportunidad no se les ocurrió hacerlo). Basta un puñado de cifras para comprender este asunto: de las 35 familias que en el censo de 1913 concentraban la mayor parte de las tierras, 30 siguen siendo hoy grandes propietarios: Anchorena 40.000 has, Gómez Álzaga 60.000 has, Benetton con 900.000 has, Cresud (Soros) con 460.000 has y Amalia Lacroze de Fortabat con 220.000 has (2).
Es archisabido que el ex presidente Kirchner aumentó la intervención estatal en la economía favoreciendo la concentración de la tierra, la sojización desenfrenada y sin afectar en lo más mínimo a las multinacionales granarias que se apropian de algo más de un tercio de la renta agraria. Pero también alentó, y comenzó a proteger, áreas devastadas como la ganadería, la ovinocultura, la avicultura y la lechería, aunque de manera insuficiente y sin poder escapar a la matriz mafiosa característica de la burguesía post dictadura y menemato. Además, mantuvo y profundizó las retenciones, devolvió un lugar al mercado interno, recuperó parte de la producción industrial y reabrió el debate salarial, modificando la distribución de la riqueza, aunque ni se le ocurrió restaurar la Junta Nacional de Granos y de Carnes para así recuperar el monopolio del comercio exterior. La oligarquía de la sojización (la sojización ha creado una nueva burguesía agraria, un nuevo tipo de cahacarero: Huergo, Grobokopatel, Ordoñez y Vilella) se puso en pie de guerra contra las retenciones aprovechando el error cristinista de no separar a pequeños y medianos propietarios de los grandes y utilizando a su servicio el alto grado de desculturización que se percibe en algunos sectores de la ciudadanía, remachado con el brutal control ideológico cultural y semiológico que efectúan los medios masivos de comunicación en manos de las multinacionales.
Tal como lo hizo la Presidenta en la Plaza de Mayo, el 1° del actual, Kirchner comparó la actitud del campo con la de quienes promovieron golpes de Estado de 1955 y 1976, “los que piensan nada más que en ellos”, opinó.
Nunca olvidemos que las entidades rurales y empresariales realizaron tres paros agrarios-empresariales, desataron un fuerte desabastecimiento de alimentos y le dieron el golpe de gracia al nefasto gobierno de Isabel, apenas unos meses antes de la realización de las elecciones de octubre de 1976.

1- Conferencia del Ing. Agr. Horacio Giberti Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 8-4-08
2.- Pengue Walter, Agricultura Industrial y Transnacionalización en América Latina. Red de Formación Ambiental. México 2005

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